La revista Cáñamo celebra su 25 aniversario

Parece que fue ayer, pero este mes de junio la revista Cáñamo cumple 25 años informando sobre la actualidad del cannabis y todo lo que tiene que ver con esta bendita planta, siempre dando voz a los cultivadores y consumidores frente a los medios convencionales que buscan perpetuar un estigma con olor a rancio; y abogando sin descanso por la regulación de la marihuana, tanto medicinal como recreativa, para acabar con la inseguridad jurídica que viven millones de usuarios.

Cáñamo es por derecho propio la revista icono de la prensa del sector cannábico en nuestro país, además de ser considerada como la primera publicación dedicada a la cultura del cannabis en el mundo hispanohablante. Fue fundada en Barcelona en 1997 por Gaspar Fraga (fallecido en 2009), Jaime Prats, Felipe Borrallo y Moisés López, unos amigos de Barcelona que un día tuvieron la feliz idea de crear una revista sobre información cannábica; y que, a la postre, se convertiría en un faro del movimiento antiprohibicionista que, tras 25 años, sigue iluminando con más fuerza que nunca. En Alchimia hemos hablado con Moisés López, uno de sus fundadores, para que nos cuente el pasado, presente y futuro de esta revista.

Del mundo editorial al activismo (y vuelta)

“La revista surge del activismo, a partir de la primera asociación de defensa de la marihuana que se fundó en España, en 1994, la Asociación Ramón Santos de Estudios Sobre el Cannabis. La ARSEC fue el origen del activismo cannábico hispano, de esta revista y del movimiento asociativo que dio lugar a los clubes sociales de usuarios”, nos cuenta Moisés para dibujar cómo en plena época de la imposición de la “Ley Corcuera” quisieron crear una asociación cannábica para defender sus derechos como consumidores de cannabis, encontrando en la ARSEC al compañero de viaje perfecto. Así que se afiliaron y pasaron a colaborar con esta asociación pionera desde la primera línea de batalla del antiprohibicionismo.

“Entonces algunos miembros de la ARSEC propusimos entre nosotros, ya que teníamos un trabajo de voluntariado, que podíamos buscar en ello un modo de vivir. Teníamos la idea de montar una comercializadora de productos de cáñamo. Y con esa idea nos desplazamos a la primera feria de cannabis que se realizó en Europa, Canna Business en Alemania”. Al llegar allí, y tras observar como estaba el mercado de productos de cannabis, los fundadores de Cáñamo volvieron con la idea de hacer una revista. “Realmente no éramos comerciantes, pero si éramos editores, veníamos del mundo del cómic, del mundo de los libros. En esa feria nos dimos cuenta de la necesidad de tener un medio que sirviera de altavoz para informar y acabar con la demonización de la planta cannabis”.

Tras registrar Gaspar Fraga, Felipe Borrallo (que fuera fundador y presidente de ARSEC) y Moisés López el nombre de ‘Cáñamo’ para la revista, y de ‘La Cañamería Global’ como compañía editora, en la siguiente asamblea de ARSEC, que entonces contaba con tres mil socios, se ofreció a todos la posibilidad de participar en este nuevo proyecto. “En total nos juntamos diecinueve socios para hacer realidad la idea; y así nació la revista Cáñamo, cuyo primer número salió en junio de 1997 con una periodicidad bimestral”.

“Se decidió hacer una revista, porque lo primero que se pensó fue en el tema de la normalización. Y nosotros, que estábamos acostumbrados a la venta y difusión de cómics underground, lo que no queríamos es que la revista se convirtiese únicamente en un producto de mercado alternativo. Lo fundamental era que la revista pudiera venderse en quioscos”, cometa Moisés.

La conexión con Ajoblanco

Gaspar Fraga resultó ser la persona ideal para dirigir la publicación hasta su muerte en 2009. “Ya habíamos colaborado un año y medio antes en el especial marihuana de Ajoblanco, que funcionó muy bien, por lo que comprobamos que podíamos tener nuestro nicho tras el éxito de ese número”. La revista Ajoblanco, fundada en 1974, fue uno de los primeros puntos de encuentro y difusión de la contracultura en España y supuso un revulsivo cultural en la época hasta su final en 1999. Y aquel número especial marihuana de Ajoblanco fue toda una revolución, además de un escándalo, pues fue la primera vez que una revista regalaba semillas de cannabis.

“Necesitábamos encontrar una distribuidora a nivel nacional para nuestra revista. Y tardamos solo dos semanas hasta que la misma distribuidora de Ajoblanco nos diera el OK para llevarnos a los quioscos de toda España. Hicimos una tirada de 30.000 ejemplares y lo vendimos todo”, rememora Moisés. “La distribución se hizo siguiendo la pauta de Ajoblanco, ya que el ‘target’ de lectores era prácticamente el mismo. Visto el éxito inicial, cada dos meses seguimos sacando la revista y, al cabo de 1 año, se hizo mensual. Cambiamos de oficina, la mayoría de nosotros dejamos todas nuestras ocupaciones habituales y nos dedicamos 100% a la revista”.

Semillas y cogollos a manos llenas

Aunque Ajoblanco fue pionera al regalar semillas de cannabis, a pesar de que fuera en un solo número especial dedicado a la marihuana, tuvieron que pasar nada menos que 100 números hasta que la revista Cáñamo decidiera hacer lo mismo. “Comprendimos que regalar semillas constituía un acto reivindicativo y simbólico, que significa apostar por perpetuar la planta: si no existe la semilla, no existe la planta. Y si no hay plantas, no hay sector. Regalando semillas, reivindicábamos el sector”.

Evidentemente, como coincide Moisés, también se trataba de un acto comercial, porque la gente podía conseguir un regalo con la revista. Sin embargo, no era la primera vez que Cáñamo daba semillas gratis. “Nosotros a partir del número 25 ya regalábamos semillas a cambio de una encuesta. Los lectores la recortaban, nos la enviaban y a cambio les mandábamos una semilla del banco Mr. Nice. Esa fue la primera vez que regalamos semillas”.

De la misma manera, y con ese número 100, comenzó otra de las acciones de marketing que marcaría el devenir de la revista Cáñamo en sus siguientes números: la aparición de un gran cogollo de marihuana en la portada. “Nuestras portadas hasta el número 100 eran portadas trabajadas, de estudio de fotografía, con ilustraciones y cosas diseñadas expresamente teniendo en cuenta el contenido. A partir del número 100 comenzamos a trabajar el tema de los cogollos. Nos dimos cuenta de que a la gente le gustaba la “pornografía” de la marihuana. Además, la profusión de cogollos en las portadas era una tendencia en todas las publicaciones del mundo que se dedicaban al cannabis. Podías combinar con alguna otra cosa, pero el cogollo resultó en algo fundamental” afirma Moisés.

De la misma manera que el porno verde se convirtió en una de las señas de identidad de Cáñamo, su capacidad de informar y hablar sin tapujos de otras sustancias psicoactivas (o modificadoras de la conciencia) también marcó el camino de la revista durante todos estos años. “Siempre hemos abogado por la legalización y la regulación de todo tipo de sustancias y que cada hombre es libre de hacer con su cuerpo lo que le interesa; en cierta manera somos defensores de la eutanasia, de matarnos como nos dé la gana” cuenta Moisés entre risas.

Justicia universal, justicia para todos

Cogollos como puños en la portada, semillas para alimentar a una bandada de estorninos, sustancias de colores para alegrar el cuerpo y el espíritu… con semejante declaración de intenciones, es de obligada pregunta conocer si la revista Cáñamo tuvo algún problema con la Justicia por atreverse a llenar su cesta con tantas patatas calientes.

“Jamás hemos tenido un problema gordo, no hemos hecho apología para que nos acusen de ello. Siempre hemos cuidado mucho el lenguaje y el tono de nuestros artículos para diferenciar el uso del abuso. La calidad de Cáñamo radica en saber decir las cosas sin molestar a los demás ni hacer proselitismo” apunta Moisés, orgulloso porque su trabajo va más allá del miedo a las instituciones represivas que durante décadas ha tratado al consumidor de cannabis como un delincuente. “Nosotros nunca hemos banalizado nuestras acciones. Siempre hemos tenido un carácter combativo y reivindicativo. Y si no te sacudes el miedo, no puedes aguantar durante tantos años”.

Y eso que justo antes de la guerra de Irak y de que el presidente Aznar perdiese las elecciones, al final de su legislatura se creó una “comisión de sabios” de cara a realizar un estudio sobre el impacto que estaban causando las publicaciones y editoriales cannábicas, que defendían la idea de que el cannabis no era peligroso. “Fueron a por nosotros, y cuando nos enteramos nos preparamos. En aquel entonces estábamos con un despacho de abogados constitucionalistas de Barcelona, con penalistas de la talla de Marc Palmés. Nos pusimos las pilas inmediatamente”.

Protegerse con un bufete de abogados no fue lo único que hicieron. “También contratamos a Sigma Dos, la empresa de demoscopia, para hacer una encuesta sobre la actitud social del cannabis en España. Y los resultados fueron muy positivos. Pero los muy cabrones (sic) no nos la firmaron, sino que pusieron el nombre de una filial porque nos dijeron que tenían una exclusiva con el gobierno para estos temas. Nos gastamos un dineral en eso porque, en aquel momento, sí que teníamos la mosca detrás de la oreja”. Afortunadamente, el PP perdió las elecciones de 2004. “Nunca más volvieron a molestarnos”.

Una línea editorial basada en la normalización

La línea editorial de Cáñamo siempre ha estado clara desde que se plasmó en el primer editorial del número 1, donde la revista se presentaba como portavoz del movimiento antiprohibicionista, tomando como punto de partida los trabajos que se estaban realizando en la ARSEC. De hecho, Moisés afirma que las decisiones importantes respecto a la línea editorial siempre se han decidido en asamblea y que los colaboradores que han publicado en Cáñamo durante todos estos años nunca han tenido ningún tipo de censura.

“Los colaboradores siempre han sido absolutamente libres. Y hemos tenido firmas de muy alto nivel, por ejemplo, Antonio Escohotado (que nos ha dejado hace poco), Diego Manrique, Mariano Antolín Rato (Premio Nacional de Traducción), Moncho Alpuente, Fernando Pardo, Jaime Gonzalo…”. Sin duda una lista profusa que se complementa con otras firmas extranjeras de renombre, como Jonathan Ott, Alexander Shulguin, Albert Hofmann, Jean-Pierre Galard, Alain Labrousse o Christian Rätsch.

Desde el año 2016, se produce una nueva etapa en Cáñamo, con los contenidos bajo la dirección de Fidel Moreno, donde la revista adquiere un tono más periodístico si cabe. “Fidel es una persona que ya venía del mundo editorial, de la literatura, del pensamiento, la cultura en general. Una persona preparadísima, con las ideas muy claras. Su proyecto nos interesó mucho. Empezó escribiendo algunos artículos durante el año 2015 y, en 2016, ya cogió las riendas de la revista, justamente cuando cumplíamos 20 años” recuerda Moisés, mientras deja entrever una profunda admiración por su actual director, que ha sabido llevar la revista hacía “un cambio de paradigma total. Se trataba de adaptarse a una nueva visión de la revista, a un nuevo diseño, a una nueva concepción. Con el resultado del primero número que dirigió se vio claramente que ese era el camino, que había que tomar otros derroteros que eran mucho más actuales”.

Podéis comprobar la templanza y el buen hacer de Fidel Moreno defendiendo la regulación integral de la planta del cannabis en su última aparición en el programa de TVE ‘Las Claves del Siglo XXI’ el pasado mes de mayo, a raíz del proceso parlamentario de normalización que se está llevando a cabo en el Congreso español.

Fidel Moreno, director de @revistacanamo, sobre la legalización del cannabis: “Hay mucho mayor riesgo en que la gente acceda un cannabis contaminado a que se le entregue un cannabis de calidad”

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— Las Claves (@LasClavesTVE) May 13, 2022

España no se acaba en el mar, hay barca para seguir

Durante todos estos años, la revista Cáñamo no solo ha sabido sobrevivir a la crisis que ha diezmado el sector editorial en papel, sino que también ha hecho posible una expansión internacional gracias a las amistades afines que sus creadores han cultivado en países como Chile, Portugal, México o Colombia, donde han sacado nuevas ediciones de la revista. “Tuvimos la revista en Portugal antes que en Chile, pero cuando salió el número 1, prohibieron las semillas. Si sacas una revista y no puedes anunciar semillas, que es el motor, la gasolina del mercado, no tienes nada que hacer. Aguantamos como titanes un año con la revista Cáñamo en Portugal, pero tuvimos que cerrarla, porque era inviable”.

El último lugar donde ha desembarcado Cáñamo es en Colombia, en 2017. “El mercado latinoamericano del cannabis está creciendo de una manera muy irregular y muy caótica, ya que se enmarca dentro de los conflictos sociales que se han producido allí previos a la pandemia”. Por eso, quizá lo más importante que Cáñamo ha hecho al otro lado del charco es la creación de la primera feria internacional del cannabis en Chile, Expoweed, que es todo un fenómeno social. Después se replicó el modelo de feria en otros países, como la Expoweed de México.

“Nosotros lo que hemos hecho es abrir el mercado, por lo que muchas empresas europeas han podido exponer sus productos allí. A partir de crear la feria, se creó un marco muy favorable. Fue un auge tremendo, que luego desembocó en una caída que también ha sido muy grande por causa de la pandemia” recuerda Moisés.

Con la mira puesta en un futuro incierto

A la vista de inestabilidad social provocada por la pandemia y por los últimos acontecimientos geopolíticos, cabe preguntarse cuál es el futuro que le espera a la revista decana del cannabis en nuestro país. Y Moisés es muy claro: “La revista puede tirar lo que puede tirar, porque el mundo de la edición, y sobre todo el de la venta de publicaciones periódicas, está en franca decadencia. Una revista que sobrevive como estamos sobreviviendo nosotros tiene mucho mérito. El núcleo duro nos retiraremos pronto, porque después de 25 años es hora de hacer otras cosas, pero sin desligarnos totalmente de Cáñamo”.

Llegados a este punto es necesario echar la vista atrás y hacer un acto de reflexión preguntando a Moisés si existe algo de lo que se arrepiente de todos estos años editando una revista destinada a perdurar. “Como sociedad, como empresa, como La Cañamería Global, nos arrepentimos quizá de no haber sido ambiciosos para meternos en negocios dentro del sector, cuando teníamos las puertas abiertas y relaciones con todo el mundo para poder lograrlo. Lo que hicimos fue muchos amigos, pero no hicimos socios. Y eso por lo menos nos ha permitido una cierta independencia, porque si no estás unido económicamente a alguien tienes libertad”.

Por ejemplo, otras publicaciones del sector estaban directamente vinculadas con grandes distribuidoras de productos, y manejaban con mano de hierro la publicidad dentro de sus páginas. “Nosotros no, porque la revista era un punto de encuentro de amigos y enemigos, era la revista de todos”.

Por último, no podemos terminar sin preguntarle a Moisés cómo tienen pensado celebrar las bodas de plata de una publicación que, ya no solo por su valía editorial, sino también por su honestidad y constancia, ha quedado impresa en la retina de varias generaciones de amantes de la marihuana.

Y Moisés lo tiene claro: “Lo celebraremos a lo grande en el próximo Expogrow, porque es una feria maravillosa a nivel profesional y con una asistencia de público que te permite trabajar perfectamente. Es la feria donde se reúne todo el activismo de España, un lugar donde nos vemos todos y debatimos en franca armonía. Haremos algo gordo allí con los amigos de Expogrow para celebrar el aniversario de nuestra querida revista. Y lo haremos con la misma ilusión y entusiasmo de siempre. Porque si no le pones entusiasmo cada día, y te mantienes fiel a lo que haces, hubiera sido imposible aguantar durante 25 años”.