Cuando se cultiva cannabis en interior, el enfoque clásico es en horizontal (o de cama plana) y, generalmente, se utilizan bandejas cuadradas o rectangulares para ello (dependiendo del tamaño del armario o sala de cultivo), para luego colocar las macetas con las plantas unas al lado de otras. En horizontal, normalmente se usa un foco para iluminar cada metro cuadrado; y las plantas suelen colocarse en “forma de estadio” para aprovechar mejor la luz: las más bajas en el centro y las más altas en los laterales.
Sin embargo, todo cultivador experimentado sabe que, aún así, no siempre se obtiene el máximo rendimiento lumínico y muchas plantas no reciben la cantidad de luz que deberían. Por ello, el cultivo vertical es una excelente herramienta para aquellos que quieren aprovechar al máximo sus recursos en interior. Porque el crecimiento vertical, cuando se realiza correctamente, puede aumentar los rendimientos y maximizar la eficiencia.
En muchos sentidos, cambia las reglas del juego, ya que se están empujando los límites de la innovación hacia arriba. Sobre todo en mercados más maduros como el de EE.UU., ya que a medida que los productores comerciales de cannabis buscan mejorar los rendimientos, reducir los costes y maximizar el espacio, las técnicas de cultivo vertical brindan oportunidades que los cultivos horizontales tradicionales no podían imaginar.
Cultivo vertical: menos es más
La técnica del cultivo vertical es la práctica de producir plantas en capas apiladas verticalmente o superficies inclinadas; por lo tanto consiste en colocar las plantas de cannabis en estantes, paredes o en columnas, situando el foco de luz en el centro o en cada capa de estantería individual. De esta forma se consigue aprovechar mucho más el espacio y la luz llega mejor a todas las plantas, con lo que se logra un mayor rendimiento. Se trata de maximizar las cosechas con el mínimo espacio disponible.
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