Abonos fermentados: Cannabis y Bokashi

Con el aumento en la concienciación sobre la protección del medioambiente, afortunadamente ha crecido también el interés en métodos de cultivo ecológicos que a parte de respetar el ecosistema, dejan una huella de carbono mucho menor que otros tipos de cultivo, en especial en lo referente a la nutrición de las plantas y al uso de preventivos de plagas.

Así, uno puede decidir prescindir de abonos minerales y usar exclusivamente fertilizantes y aditivos Bio, algo que ya ayuda - y mucho - en el cuidado del medioambiente. No obstante, podemos hacer todavía más, como por ejemplo fabricarnos nuestro propio fertilizante casero 100% orgánico, aprovechando el desperdicio tanto de nuestro propio jardín o cocina como de otros cultivos o actividades agrícolas. De esta forma, no necesitamos que botellas de plástico llenas de abono viajen miles de kilómetros hasta nuestra casa, sino que reciclamos nuestros propios desperdicios consiguiendo al mismo tiempo un fertilizante de primera calidad.

En nuestro artículo sobre cómo hacer compost casero ya vimos una buena manera de reciclar desperdicios vegetales y aprovecharlos para nuestros cultivos. Hoy queremos presentaros otra técnica de origen japonés llamada Bokashi, con la que podéis conseguir resultados incluso mejores y en menos tiempo. Os lo contamos todo a continuación.

Muestra de Bokashi lista para su uso
Muestra de Bokashi lista para su uso

Origen del Bokashi

Problamente, a algunos os suene el término EM o microorganismos efectivos o eficientes. Pues bien, fue acuñado por el Dr. Teruo Higa - profesor emérito en la Universidad Ryukyus de Okinawa, Japón - en 1980 tras descubrir una combinación de microorganismos que favorecían el crecimiento de los vegetales. Poco después, la tecnología de los EM fue aplicada al compostaje, con unos resultados asombrosos...se había conseguido un abono de altísima calidad en apenas un par de semanas!

Originariamente, el Bokashi se preparaba de manera anaeróbica, con una mezcla de restos vegetales (materia orgánica) y el inoculante EM (acelerador de la fermentación) dentro de un recipiente hermético. De esta forma, las bacterias anaeróbicas presentes (normalmente lactobacillus) pronto comienzan el proceso de descomposición, que gracias a ellas es mucho más rápido que en el caso del compostaje tradicional.

Con el tiempo, y especialmente debido al volumen de la demanda por parte de agricultores de todo el mundo, se desarrolló la técnica del Bokashi aeróbico, en la que sí hay presencia de oxígeno (la materia orgánica no se envasa en contenedores herméticos). Cada sistema tiene sus pros y contras, aunque resulta evidente que la manera tradicional es la que mejor se ajusta a las necesidades del autocultivador de cannabis o de aquel que simplemente quiere hacer su propio abono para fertilizar las semillas de huerto u otras plantas. De todas maneras, os presentamos ambos métodos para que podáis elegir el que mejor se adapte a vuestras circunstancias.

Los lactobacillus juegan un importante rol en la preparación del Bokashi
Los lactobacillus juegan un importante rol en la preparación del Bokashi

Los abonos fermentados

A grandes rasgos, podemos pensar en este tipo de abonos como el resultado de un proceso controlado de semi-descomposición de la materia orgánica gracias a la presencia de poblaciones de diversos microorganismos (algunos ya existentes en dicha materia orgánica). Como hemos visto, este proceso puede llevarse a cabo con o sin presencia de oxígeno, dicho de otro modo, puede ser aeróbico o anaeróbico.

El resultado de esta descomposición parcial es lo que se conoce como Bokashi o Bocashi, un producto que contiene macro y micro nutrientes de lenta descomposición y una gran cantidad de microorganismos beneficiosos para las plantas y el sustrato; dicho de otro modo...una auténtica bomba para tu jardín orgánico!

Además de las derivadas de la autosuficiencia en cuanto a los abonos para nuestros cultivos, existen muchas otras ventajas que presenta este sistema frente a otros. Veamos algunas de las más importantes:

  • No se forman gases tóxicos durante la fermentación y, lo que es mejor, no hay malos olores.
  • Puede elaborarse el volumen que se necesite, ahorrando mucho espacio de almacenaje frente a otros abonos en caso de tratarse de grandes cantidades.
  • Gracias a la inoculación biológica de la tierra y al estímulo de la reproducción de microorganismos beneficiosos, se regula y limita la aparición de agentes patógenos.
  • El tiempo necesario es sensiblemente menor que en el compostaje, así como el gasto económico que supone elaborarlo.
  • Nutrición completa de las plantas e inoculación del suelo con vida microbiana beneficiosa.
  • Activación de fitohormonas y fitoreguladores naturales.
  • Hay gran libertad a la hora de sustituir muchos de los ingredientes necesarios por otros, pudiéndose encontrar alternativas fácilmente.
  • Aumento en la disponibilidad de carbohidratos, aminoácidos, ácidos orgánicos y enzimas para las plantas

El Bokashi propicia suelos sanos y vivos
El Bokashi propicia suelos sanos, vivos y fértiles

Formas de preparación de Bokashi

De la misma forma que existen varias recetas de Bokashi en cuanto a ingredientes, podemos encontrar también varios métodos de preparación que pueden diferir en algunos aspectos importantes. Principalmente, encontramos dos maneras de prepararlo: una más parecida al compostaje tradicional, en pilas de materia orgánica protegidas del sol y la lluvia que se van volteando a diario, y otra forma, la tradicional, donde la presencia de oxígeno es mínima, fermentando esta materia en recipientes cerrados.

De esta forma, y como veremos a continuación, podemos preparar un estupendo fertilizante orgánico en casa simplemente utilizando los deshechos de la cocina. Así, nos ahorramos un viaje al contenedor mientras conseguimos un abono de primera, y todo ello sin malos olores!

Bokashi aeróbico

Como su nombre indica, en este caso hay presencia de oxígeno durante el proceso de fermentación. Muy popular en Latinoamérica, es la opción ideal para el agricultor a gran escala que necesita importantes cantidades de abono, además de presentar una mayor rapidez en la fermentación que el proceso anaeróbico. Sin embargo, y debido a las altas temperaturas alcanzadas durante el proceso, la materia orgánica debe voltearse a diario para evitar la pudrición, lo que conlleva más dedicación y trabajo. Estos son los ingredientes que suelen utilizarse, aunque como veréis hay bastantes alternativas:

  • Gallinaza o estiércol de gallina: Representa el mayor aporte de nitrógeno, un macronutriente fundamental en el cultivo de cannabis. No obstante, también aporta otros elementos como fósforo, potasio, magnesio, calcio, manganeso, hierro, zinc, cobre y boro. Además, y ya dependiendo del origen, puede contener microorganismos beneficiosos en mayor o menor grado. Es importante que no esté podrida ni contenga antibióticos, lo que limitaría el proceso de fermentación. Algunos cultivadores la sustituyen por estiércol de oveja, conejo o cabra.
  • Levadura: Todo proceso de fermentación necesita de algún tipo de inoculación microbiológica para comenzar. Para ello, puede utilizarse levadura para pan, tierra de floresta o, por supuesto, Bokashi en el caso de disponer ya de una cantidad de este abono. Normalmente, tanto si se usa tierra de bosque como Bokashi, se sigue añadiendo levadura para estimular la actividad. Si se dispone de Bokashi, y con el fin de proteger el manto de los bosques, se priorizará el uso de éste frente a la tierra de floresta. La levadura puede sustituirse por granos de maíz fermentados o por jugo de caña de azúcar también fermentado.
  • Cascarilla de arroz: Al igual que el carbón, mejora la estructura física del suelo, incrementando la oxigenación, absorción y filtrado de los nutrientes presentes en él. También incrementa la actividad de la microvida, estimulando el crecimiento radicular, y representa una excelente fuente de silicio - un elemento muy importante para el desarrollo de las plantas - además de otros nutrientes básicos (P, K, Ca, Mg). Para sustituirla pueden usarse restos bien triturados de otros cultivos (pajas, etc), así como serrín que haya estado expuesto a la intemperie, y libre de taninos.
  • Miel o melaza de caña: Se trata de la principal fuente de energía en el proceso de fermentación de los abonos orgánicos. Como muchos ya sabréis, es auténtica "comida" para los microorganismos, aunque es también rica en nutrientes básicos para nuestras plantas. Normalmente, y para facilitar su aplicación, se disuelve la melaza de caña en agua a unos 40ºC antes de iniciar la preparación. Si no se encuentra, puede sustituirse por panela (mismo peso) o por jugo de caña (2 litros de jugo por cada litro de melaza a sustituir).

El carbón vegetal se usa para hacer Bokashi
El carbón vegetal se usa para hacer Bokashi

  • Carbón vegetal: Se usa para mejorar el suelo, incrementando la aireación y también el grado de absorción. Además, por sus características retiene, filtra y libera macro y micronutrientes a las plantas cuando éstas los necesitan. Es muy recomendable también como regulador térmico, especialmente en zonas con  suelos fríos. La mayor oxigenación en el suelo favorece el proceso de fermentación aeróbica. El mejor tamaño al añadirlo son pedazos de aproximadamente 1cm de diámetro. En muchos casos se utiliza ceniza de hogueras en lugar de carbón.
  • Salvado de arroz: Gracias a su alto contenido en vitaminas, facilita el proceso de fermentación. Aporta nitrógeno y otros elementos como K, Ca, P y Mg, también B, Fe, Mn y Zn, así como un alto grado de activación hormonal.
  • Tierra convencional: La tierra común puede llegar a representar un tercio del volumen total del abono a preparar. Sus funciones son varias, proporcionando volumen, homogeneidad y esponjosidad al medio. Favorece la reproducción de los microorganismos y, por lo tanto, el proceso de fermentación en sí. También retiene y filtra nutrientes, algunos de ellos ya presentes en su composición. Se recomienda el uso de tierras arcillosas, pues se favorecen los complejos silicatados y húmicos.
  • Carbonato de calcio: Su principal función es la de regular la acidez del medio durante  la fermentación. Podéis encontrarla también como cal dolomita. En caso necesario, se sustituye por polvo o harina de rocas.
  • Agua: Homogeneiza el grado de humedad de la mezcla de ingredientes del abono. Por supuesto, favorece la reproducción de microorganismos.

Antes de pasar a ver cómo se prepara, aclaremos algunos aspectos importantes, que de hecho nos sirven también para el Bokashi anaeróbico. Cuanto más triturados estén los ingredientes de la mezcla, más efectivo será el proceso y homogéneo el resultado. Asimismo, el agua - o la solución EM, o ambas - debe usarse sólo una vez, durante la preparación de la mezcla de materia orgánica y de acuerdo con la prueba del puño (añadir agua hasta que podamos hacer una "bola" de materia orgánica y apretarla con la mano sin que gotee, aún estando húmeda).

Lógicamente, las recetas que os presentamos son meramente orientativas en cuanto a la cantidad de cada ingrediente. Podéis adecuarlas para conseguir la cantidad final deseada de abono, siempre teniendo en cuenta que, a diferencia del compost tradicional, el Bokashi apenas pierde peso una vez maduro y listo para su uso respecto a la materia orgánica que hemos usado de partida.

En el compostaje tradicional la materia orgánica pierde mucho peso
En el compostaje tradicional la materia orgánica pierde mucho peso

Para preparar el Bokashi vamos a necesitar los siguientes ingredientes:

  • 20kg de tierra
  • 20kg de cascarilla de arroz o paja picada
  • 20kg de gallinaza o estiércol vacuno
  • 10kg de carbón picado
  • 0,5kg salvado o pulidura de arroz
  • 0,5kg cal dolomita, polvo de rocas o ceniza
  • 0,5kg de Bokashi o tierra virgen (o EM sólido o líquido)*
  • 0,1 litros de melaza, miel o panela
  • 10g de levadura para pan
  • Agua

( *Si se dispone de él )

Existen varias maneras de realizar la mezcla, aunque lo primero siempre será diluir la melaza y la levadura en el agua que usaremos para hidratar la materia orgánica, calentando un poco el agua para facilitar la disolución. Por supuesto, podemos usar la solución EM en caso de disponer de ella en este punto. Si no estamos seguros de cuanta agua necesitaremos, siempre es mejor hacer la disolución bastante concentrada de manera que, posteriormente, debamos añadir sólo agua a la mezcla de materia orgánica en caso de que falte.

Podemos mezclar todos los ingredientes sólidos en una sola sola pila que hidrataremos a medida que vamos removiendo, de manera que consigamos una mezcla homogénea e hidratada. Otra opción es hidratar primero ingrediente por ingrediente, y después pasar a mezclarlo todo hasta conseguir la homogeneidad que buscamos. Finalmente, se extiende la mezcla en algún lugar protegido del sol y la lluvia, y con una altura no superior a los 140cm.

La temperatura subirá rápidamente (puede llegar a los 70ºC, lo recomendable en esta primera fase es que no pase de 50-60ºC), y en unos 2-3 de días será necesario iniciar los volteos, removiendo bien toda la mezcla hasta 3 veces al día. Pasada la primera semana, la temperatura de la mezcla empieza a disminuir; a partir de ahora seguimos con un solo volteo diario hasta el dia 12 aproximadamente, cuando el abono debería estar ya maduro, parecido a un polvo arenoso de color grisáceo y una temperatura como la ambiental.

En esta gráfica se muestra el súbito aumento de temperatura durante los primeros días de fermentación
En esta gráfica se muestra el súbito aumento de temperatura durante los primeros días de fermentación (Imagen: Khavid Faozi)

Para acelerar el proceso, podéis ir rebajando la altura de la pila a partir del inicio de los volteos (día 3) hasta dejarla de unos 30-50cm (no menos) en el día 8. Como véis, en 15 días podemos tener una cantidad considerable de un abono 100% orgánico de la mejor calidad!

Bokashi anaeróbico

Muy popular en Japón y Asia, es el sistema más práctico para el cultivador doméstico, que probablemente sólo tendrá que preocuparse de conseguir la solución EM para facilitar y acelerar la fermentación de la materia orgánica. Entre sus principales ventajas está el hecho de no tener que voltear la mezcla y de que existe un menor riesgo de contaminación; simplemente la dejamos cerrada en un recipiente hermético.

Además, pueden ir añadiéndose más restos orgánicos a la mezcla a medida que se producen. Si no tenéis suficiente desperdicio en la cocina para la cantidad que necesitáis, puede hacerse con 2 sacos de semolina de arroz, 1 saco de torta de soya, 1 saco de harina de pescado y una mezcla de EM, agua y melaza como inoculante.

Como recipiente hay varias alternativas, aunque debe tenerse en cuenta que durante la fermentación se producirán líquidos que pueden recogerse, diluirse en agua y usarse como excelente estimulador para las plantas. Así, probablemente lo más cómodo será un cubo con una rejilla en el fondo donde depositar la materia vegetal, con una bandeja y una espita debajo para recoger este líquido. No obstante, algunos cultivadores meten la mezcla en dos bolsas de plástico bien cerradas y protegidas del sol y la lluvia.

Podemos usar desperdicios de la cocina para preparar Bokashi
Como en el compostaje tradicional, podemos usar desperdicios de la cocina para preparar Bokashi

Sin necesidad de volteos, simplemente dejando reposar esta mezcla, conseguiremos un Bokashi de primera en 15-20 días, incluso menos dependiendo de las condiciones de humedad y temperatura, así como de la materia orgánica en sí (cuanto más triturada, mejor). Para acelerar el proceso podéis ir aplastando un poco la mezcla cada pocos días y cubrirla con un plato o bandeja para minimizar al máximo la presencia de oxígeno. Por supuesto, el contenedor o bolsa siempre bien cerrado, sólo se abrirá para añadir materia orgánica.

Sobre la solución EM, podéis encontrarla en muchas jardinerías, aunque muy pronto dedicaremos un artículo completo a estos microorganismos y os presentaremos varias maneras de preparar esta mezcla inoculante, tanto en formato líquido como sólido.

Aplicación y usos del Bokashi

Probablemente, lo más importante a tener en cuenta a la hora de usar este abono es que es preferible enterrarlo en el sustrato y no esparcirlo sobre la superficie. Se trata de un fertilizante bastante potente, con lo que para evitar problemas en la zona radicular se suelen cavar agujeros donde se pone el Bokashi, que luego se rellenan del todo con el sustrato elegido. No obstante, muchos cultivadores lo usan mezclado con el sustrato o compost sin tener demasiados problemas, todo depende también de los ingredientes usados y la composición final del producto. Otro motivo por el que se entierran a profundidad es que los nutrientes contenidos en el Bokashi no son de tan rápida asimilación como los del compost tradicional, que es material totalmente descompuesto y que sí se utiliza como capa superficial.

Como hemos visto, el mismo Bokashi puede usarse también para inocular mayores producciones de abono fermentado, simplemente añadiéndolo a la mezcla de materia orgánica. Asimismo, resulta un excelente aporte para los productores de vermicompost, que lo añaden en sus composteras llenas de lombrices para acelerar el compostaje gracias a los microorganismos del Bokashi.

Ya veis que son muchas las ventajas de elaborar este interesante abono, desde el cuidado del medioambiente hasta el aprovechamiento de los desperdicios que generamos para nutrir nuestro suelo y plantas. Como siempre, animaros a que compartáis vuestros consejos y experiencias con todos nosotros, será un placer contestaros.

Felices cultivos!

Bibliografía:

  • El huerto familiar ecológico, Mariano Bueno
  • Manual práctico de Bokashi, Jairo Restrepo
  • Properties and Applications of an Organic Fertilizer Inoculated with Effective Microorganisms, Kengo Yamada, Hui-lian Xu
  • Fermentation (Bokashi) versus Composting of Organic Waste Materials: Consequences for Nutrient Losses and CO2-footprint, Marlou Bosch, Anke Hitman,  Jan Feersma Hoekstra

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