
A pesar de los avances hacia la regulación del cannabis en muchas partes del mundo y el auge de tendencias como el autocultivo, una parte significativa del consumo de esta planta y sus derivados sigue produciéndose en el mercado negro. En algunos casos por desconocimiento, en otros por falta de acceso al circuito legal o por mera inercia cultural, miles de personas siguen recurriendo a canales no regulados para abastecerse de cogollos o extracciones de resina. Pero lo que a simple vista puede parecer una alternativa más barata o discreta, en realidad es un modelo lleno de riesgos y carencias.
En este artículo queremos exponer, punto por punto, algunos de los principales problemas que conlleva abastecerse en el mercado negro del cannabis. Desde la falta de garantías sanitarias hasta las implicaciones sociales y económicas, pasando por el impacto directo en la experiencia del usuario. Porque si aspiramos a construir un modelo de consumo responsable, transparente y seguro, lo primero es entender por qué el camino del mercado negro no es una solución, sino parte del problema.