Como hacer hachís casero en seco
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¿Cómo elaborar nuestro mejor hash casero en seco?
Lo primero que debemos tener en cuenta para hacer una extracción de hachís en seco lo más limpia y pura posible es saber qué tipos de tricomas existen. A medida que la planta madura, éstos van secretando mayores cantidades de cannabinoides y terpenos. Los tres tipos tienen características comunes; están formados por una cabeza donde se secretan cannabinoides, terpenos y otras substancias, una capa de células que la soportan, otra capa de células que forman su pie y lo conectan a la epidermis del tejido vegetal. Veamos cual es el tipo de tricoma de marihuana que más nos interesa.
Clases de tricomas de marihuana
Tricomas de cannabis Bulbosos
Son los más pequeños, miden entre 25 y 30 micrones de altura, y su cabeza unos 20 micrones de diámetro. El pie está formado por células, de una a cuatro, lo mismo que la cabeza glandular. Cuando la su maduración avanza, y debido a la acumulación de resina en la cabeza, se forma a veces, por la presión, una especie de pezón en la cabeza glandular de estos tricomas.
Tricomas de marihuana Capitados-Sesiles
Este tipo de tricomas de marihuana es mucho más abundante que los bulbosos. Pueden medir entre 25 y 100 micrones de diámetro. Se les llama sesiles porque, cuando la planta está todavía inmadura, su pie es tan pequeño que (posee la altura de una célula), dan la impresión de reposar sobre la suprefície. La cabeza glandular secretora en este tipo de tricoma está formada por entre 8 y 16 células.
Tricomas de marihuana Capitados-Entallados
Conocidos muchas veces como Tricomas Glandulares. Son los que más abundan en las flores y pequeñas hojas que nacen en las inflorescencias del cannabis (se desarrollan solo, por lo tanto, durante la floración en el cultivo de marihuana). Son los principales productores de cannabinoides y terpenos. El tamaño medio de su cabeza o glándula secretora es algo mayor que en el caso de los sésiles. Reciben el nombre "entallado" o "pedunculado" por su largo pie o pedúnculo (casi un tallo), que separa la cabeza de la superficie de 150 hasta 500 micrones. Otra característica que los hace nuestra presa preferida, cuando hacemos hachís dado que son el único tipo de tricoma que tiene una capa de células entre la cabeza y el pie que se parte, separando ambos. Se sobreentiende que a nosotros nos interesan cuantas más cabezas glandulares sin pie sean posibles, así que este es nuestro tipo de tricoma perfecto para conseguir la mejor calidad de hachís posible.
El rango de los terpenos de la marihuana
Hemos visto, pues, los distintos tipos de tricomas de cannabis que podemos encontrar, sus medidas y lo que nos ofrece cada uno. Antes de ver cómo obtener el mejor hachís posible (dentro de nuestras posibilidades), debemos aclarar un par de puntos. Si somos cultivadores ya sabremos que cada genotipo es un universo, de la misma manera que cada fenotipo es un pequeño mundo. Debemos destacar que, a la hora de buscar métodos para la mejora de los concentrados, siempre es más fácil hacerlo trabajando con clones. Un fenotipo concreto nos dará siempre un tipo de resina determinada, con pequeñas variaciones dependiendo de los distintos factores de cultivo, pero ofrecerá un material bastante homogéneo. No es difícil ver cómo los expertos trabajan con micrajes específicos dependiendo de qué fenotipo concentran, de si dichos fenotipos han sido cultivados en exterior o en interior, etc.
Otro aspecto importante es el Rango de Terpenos. Las plantas de cannabis maduras secretan unos 103 monoterpenos y sesquiterpenos, junto a otras substancias. La mayor parte de estos mono y sesquiterpenos son aromáticos, por lo que tienen una influencia directa en las cualidades organolépticas de nuestros cogollos y, por ende, de nuestro hachís.
Imaginemos que, al separar nuestras glándulas de la materia vegetal, usamos distintas mallas con diferentes micrajes. Pues bien, cada una de esas mallas nos dará un tamaño determinado de glándulas, dicho de otro modo, obtendremos una calidad de resina diferente en cada malla.
Hablamos aquí de calidad como pureza. Y entendemos pureza como la máxima concentración de cabezas de tricomas capitados entallados (tricomas glandulares) con la menor proporción posible de cabezas de menor tamaño, pies de glándulas y restos de materia vegetal y otros contaminantes. En la mayoría de casos, la muestra más pura que consigamos será la de mejor calidad de fumada, tanto organolépticamente como desde el punto de vista de su quimiotipo. Aunque pudiera suceder en determinados fenotipos que, pese a que el aspecto no sea tan ?de primera?, convenga mezclar, por ejemplo, nuestras dos mejores calidades, en orden de mantener el Rango de Terpenos más abierto, proporcionándonos una mejor experiencia organoléptica. Recientes estudios están demostrando que los terpenos también influyen, junto a los cannabinoides, en el quimiotipo del cannabis.
Un último aspecto es el de los contaminantes que puedan venir, ya no del proceso de la extracción, sino de la materia vegetal misma. Entre estos figuran el polvo, la tierra, pequeños insectos y sus heces, tejido vegetal, etc. Cuanto más limpio sea nuestro cultivo, mejor calidad - menos contaminantes - obtendremos.
Como obtener la mejor calidad de hachís
Una vez vista la dura teoría, pasemos a ver la manera de realizar una extracción en seco lo más limpia posible. Para ello usaremos el sistema más tradicional y utilizado, cribando y recribando con mallas de serigrafía, aunque también podemos servirnos de bolsas para hacer Bubblehash con un sencillo montaje que las mantenga tensas.
La mayoría de sistemas a la venta, como el aparato de extracción en seco Pollinator sirven para extraer resina en seco (Dry Sift) y constan de una malla de 160 micras que separa la materia vegetal de la resina, que se filtra a través de la malla. Pero si nos remitimos a la teoría, nos damos cuenta que, en el hachís que hemos obtenido habrá gran cantidad de partículas que, para nuestro cometido, no nos interesan. Deberemos, pues, usar distintas mallas para ir separando las distintas calidades. Normalmente, observaremos como la mayor cantidad de nuestras preciadas cabezas glandulares tienen un tamaño superior a los 70 micrones.
Así que para obtener una calidad excelente no nos basta con cribar solo ?hacia abajo? con la malla de 160. Debemos, al menos, hacer un paso intermedio, y separar también las partículas inferiores a determinado micraje. Lo ideal, sin complicar demasiado la cosa, seria usar una malla de 160, una de 70, y una de 45. Cribaríamos la materia vegetal con la malla de 160, obteniendo nuestro hash ?en bruto?. Seguidamente, pasaríamos este material por la malla de 70 micrones. Toda la resina que no pase a través de la malla serán las glándulas mayores de 70 micrones, las que constituyen nuestro hash de primera calidad. Recogemos lo que sí se ha filtrado y lo pasamos por la malla de 45. Las partículas que no pasen a través, de tamaño entre 45 y 70 micrones, son nuestra segunda calidad de hash. Los restos que sí se filtran serán la tercera y última calidad.
Nos remitimos ahora a lo explicado por el rango de terpenos. Pese a que la calidad de más de 70 micrones siempre tendrá un aspecto mejor que la de 45, pudiera ser que, organolépticamente, nos agrade más si la mezclamos con la segunda calidad, la de más de 45 y menos de 70 micrones. Nuestro paladar es sabio, sin duda juzgará correctamente.
A partir de aquí, se deduce que, a mayor cantidad de mallas, más juego y posibilidades tendremos. Una combinación usada frecuentemente por muchas herramientas de extracción de resina de cannabis en seco y tamizado, como el sería 190-160-70-45-25 (donde todo lo superior a 190 y lo inferior a 25 se deshecha).
Secado, conservación y degradación de la resina
El mejor hachís suele conseguirse usando una marihuana conservada y curada con un curado de unos 4-6 meses. Tenemos la opción de curar la yerba antes de hacer la extracción, o de extraer la resina cuando tenemos la marihuana con un mes de secado aproximadamente, y luego curar esa resina. Sobra decir que suele ser bastante más cómodo almacenar y curar resina que marihuana.
Una resina curada apropiadamente será más fácil de prensar, más potente, y mejor en cuanto a sabor y aroma. La temperatura ideal para curarla es en torno a los 37 grados Celsius, y deberemos abrir los tarros un rato cada 3 o 4 días para que se renueve el aire y la resina respire.
Otro aspecto a tener en cuenta es si decidimos conservar nuestra resina en una pieza prensada. De esta manera, su degradación será más lenta, pues sólo se oxidará la capa externa de dicha pieza, mientras que el interior seguirá un proceso de degradación mucho más lento. Es también la opción más viable si el hachís se consume en sobre una rejilla metálica para pipas, por donde la resina sin prensar se filtraría. La forma ideal de la pieza para una mínima oxidación sería una esfera. Sobre todo, jamás se debe prensar una resina que no esté apropiadamente seca, de lo contrario pueden aparecer hongos.
Al trabajar la resina hay que tener presente que cuanto más presión reciba, mas cabezas glandulares se partirán liberando los terpenos más volátiles y permitiendo una más rápida oxidación de los cannabinoides. Hay ?puristas? que, por este motivo, jamás prensan sus resinas, si acaso lo hacen con una mínima presión, lo justo para que la pieza gane consistencia.
La mejor manera de conservar la resina ya curada es en un bote hermético en la nevera, en condiciones de poca humedad. Ésta, junto a la luz y el oxígeno del aire, son los peores enemigos si la queremos conservar largo tiempo con la menor degradación posible.