
En julio de 1973 el mundo perdió a uno de sus mayores íconos de las artes marciales. Lee Jun-fan, cariñosamente conocido como Bruce Lee, actor, director, instructor y artista en toda la grandeza de esta palabra. El fundador de Jeet Kune Do, una filosofía de lucha híbrida que se basa en diferentes disciplinas de combate, inició la locura del Kung-fu en la década de 1970, transformándose en un luchador ágil que podía hacer flexiones con dos dedos y hacer volar a hombres corpulentos con su famoso puñetazo más rápido que el trueno.
Pero lo que muchos no saben es que Bruce Lee era un consumidor habitual de marihuana. Ese no es el tipo de historia que uno suele escuchar sobre él, porque desde que murió a los 32 años, su leyenda ha crecido a niveles tan mitológicos que muchos lo llama “Kung-fu Jesús”. Sin embargo, después de su muerte abundaron los rumores de que se había encontrado cannabis en su estómago durante su autopsia y se consideró uno de los principales factores que contribuyeron a su fallecimiento.
El cannabis convirtió a Bruce Lee en un superviviente
Según varias de sus biografías autorizadas (libros como ‘El Tao de Bruce Lee’ o ‘Bruce Lee, el hombre de acero’), en 1969 se lesionó gravemente la espalda durante una sesión de entrenamiento rutinaria. Le dijeron que nunca podría volver a practicar artes marciales y que no podría caminar normalmente. Devastado por esta noticia, Bruce se convirtió en un investigador de su lesión, su cuerpo y, en última instancia, creó su propio camino hacia la curación.